Yo no fui a la revolución para hacerme hacendado, le dijo Zapata al presidente Madero
Al conmemorar el 104 aniversario luctuoso de Emiliano Zapata, en su conferencia de prensa matutina, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo: "Hoy es un día especial, 10 de abril, hoy recordamos el asesinato del gran dirigente campesino Emiliano Zapata. Zapata es el iniciador del movimiento agrario en México, él llamó primero a su pueblo, Anenecuilco, en Ayala, a tomar las armas para enfrentar a la dictadura porfirista que protegía a los latifundistas, a los grandes hacendados".
Por Ricardo Aragón Pérez / [email protected]
Hermosillo, Sonora, 15 de abril de 2023Cuentan que el presidente Madero, cuando aún llevaba buena relación con el Caudillo del Sur, le ofreció de buena fe, sin afán de sobornarlo, una hacienda estilo porfiriano, pero en vez de agradecerle dijo: "Yo no fui a la revolución para hacerme hacendado".Hace unos días, el 10 de abril para ser exacto, recordamos el deceso de Emiliano Zapata, asesinado en la hacienda de Chinameca, hace 104 años atrás, en un acto de traición ideado por el impresentable coronel Jesús Guajardo, que actuaba bajo mando de Venustiano Carranza.Su pecado mortal fue haber luchado por el bienestar comunitario, tomando en cuenta al pueblo llano, para formar con su gente un ejército armado y luchar hasta acabar con el mal gobierno, que servía esencialmente a los hacendados, lambiscones y demás allegados.Tras ese anhelo justiciero, Zapata se unió a Madero, defendió su causa y tomó como bandera de lucha el Plan de San Luis, cuyo artículo tercero prometía, al triunfo de la revolución, la restitución de las tierras y aguas a sus dueños originales; o sea, a las comunidades y los pueblos originarios.Lamentablemente no ocurrió así, lo que provocó un agrio distanciamiento, que escaló a un nivel de conflicto entre ambos dirigentes, tanto que se separaron en dos bandos francamente opuestos, lo que puso en predicamento la estabilidad del incipiente gobierno de Madero.Antes, como ya dije arriba, Madero se había echado a la bolsa al jefe revolucionario del sur, cabeza de casi 30 mil elementos de sus huestes armadas, de modo que el él apadrinó, junto con su esposa Sara, una de sus bodas legendarias, que no fueron más de diez, aunque no tenía la fama de mujeriego como su correligionario Pancho Villa, que no había entre los jefes rebeldes quién compitiera en amorios con el Centauro del Norte.Más allá de encuentros y desencuentro entre ambos revolucionarios, cabe destacar la rectitud de principios éticos e ideológicos, la honestidad y empatía comunitaria, que guiaron la conducta de Zapata, quien antes de anteponer sus intereses, pensaba en los de su comunidad, lo que explica, a mi modo de ver, su rotunda negativa al ofrecimiento de una hacienda de buena ley, que le hiciera su aún aliado de lucha, Francisco I Madero.¡LA TIERRA ES DE QUIEN LA TRABAJA!¡TIERRA Y LIBERTAD!Nota: El autor es Subsecretario de Educación Básica de la SEC en Sonora.
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